El Pecado del chisme

Posted bySpanish Editor October 1, 2024 Comments:0

(English Version: “The Sin of Gossip”)

Morgan Blake, un escritor de deportes para el Diario de Atlanta, escribió estas palabras:

“Soy más letal que la bala ruidosa de la pistola Howitzer. Yo gano sin matar. Derrumbo hogares, rompo los corazones y destruyo las vidas. Yo viajo en las alas del viento. Ninguna inocencia es lo suficientemente fuerte para intimidarme. Ninguna pureza lo suficientemente pura para acobardarme. No tengo ninguna consideración por la verdad, ningún respeto por la justicia, nada de misericordia por el indefenso. Mis víctimas son tan numerosas como la arena del mar y muy seguido inocentes. Nunca olvido y casi nunca perdono, y mi nombre es el chisme.”

¡Que retrato tan vívido del poder mortal del chisme! ¡Tiene el poder de hacer un daño irreversible!

¿Qué es el chisme?

La palabra “chisme” significa ir alrededor y “criticar” o “calumniar” a alguien a sus espaldas. Un diccionario la define como “correr y chismear”. El chisme es el habla diseñada específicamente para destruir el carácter de una persona y ponerlos en una luz negativa. Es un habla que se hace a las espaldas y no al frente de la cara.

El chisme destruye el carácter, arruina la reputación, destruye la paz, y rompe muchas relaciones. ¡Aun la espada no hace una herida tan profunda como la lengua chismosa! Por eso, no es de extrañar que la biblia tiene mucho que decir acerca de este pecado.

Lo daños causados por el chisme.

Romanos 1:29 enlista el “chisme” como uno entre muchos pecados que caracterizan la vida de un incrédulo. Proverbios 16:28 nos recuerda que “el chisme separa a los mejores amigos.” No es de extrañar que Dios advirtió a su pueblo incluso tan temprano como en Levítico 19:16 con estas palabras, “No andarás de calumniador entre tu pueblo…yo soy el SEÑOR.”

El problema fundamental con el chisme es que tiene el potencial de hacer un daño irreversible.

Cuenta la historia de un hombre joven durante la Edad Media que fue a un monje y le dijo: “He pecado por decir calumnias acerca de alguien. ¿Qué debo hacer ahora? El monje respondió “Pon una pluma en el umbral de cada puerta en el pueblo.” El hombre joven lo hizo. Luego regresó al monje, preguntándole si había algo más que debiera hacer.

El monje le dijo, “Regresa y recoge todas las plumas.” El hombre joven le respondió, “¡Eso es imposible!” Para ahorita el viento las ha de haber volado por todo el pueblo.” El monje le dijo, “Igualmente, tus calumnias son imposibles de recuperar.” ¡Tal es el efecto del chisme!

La cura para el chisme.

Una solución para el problema del chisme se encuentra en Proverbios 26:20 “Por falta de leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, se calma la contienda.” Así como sin leña el fuego se extingue, las peleas también se acaban cuando no hay chisme. Mire, el chisme florece en un ambiente en donde se anima. Así que, si nos abstenemos de escuchar el chisme, los resultados tales como las peleas, el rompimiento de las relaciones, etc., no sucederán.

Los creyentes nunca deben servir como el combustible que mantiene el fuego del chisme encendido. Debemos alejarnos de tal ambiente. No es fácil hacerlo ya que el pecado del chisme tiene un poder atractivo como se señala en Proverbios 26:22, “Las palabras del chismoso son como bocados deliciosos, y penetran hasta el fondo de las entrañas.” ¡De la misma manera que es difícil decir “no” a la comida deliciosa, es difícil cerrar nuestros oídos a las noticias jugosas!

Pero debemos recordar: ¡el chisme es pecado, y no hay otra manera de verlo! Y nuestro Señor odia el chisme. Es por ello que debemos esforzarnos de mantenernos de escuchar el chisme. No podemos controlar lo que sale de la boca de otros. Pero de seguro podemos controlar lo que entra a nuestros oídos. Las bocas abiertas permanecen abiertas tan pronto como hay oídos abiertos. Así que entrenemos nuestros oídos para que estén cerrados al chisme.

Debemos amorosamente pero firmemente comunicar al que esta chismeando dos cosas:

(1) Animarlos a que vayan directamente con la persona de la cual están haciendo acusaciones falsas y tratar el asunto directamente con ellos.

(2) Nuestros oídos no están abiertos al chisme en el futuro.

Y además de abstenernos de escuchar el chisme, será de ayuda recordar otras dos cosas cuando tratemos con el chisme.

Primero, necesitamos darnos cuenta de que la razón fundamental de este pecado es la falta de amor hacia los otros. Cuando el amor por los individuos declina y cesa completamente, tendemos a verlos negativamente y así estamos más propensos para calumniarlos. Así que tenemos que guardarnos de desarrollar amargura hacia otros (Efesios 4:29-32) si deseamos mantenernos alejados del chisme. Aún si la gente nos ha herido y sentimos que el chisme es una manera de vengarnos de ellos, de todas maneras, es un pecado. Es inútil de tratar de justificar nuestras acciones. ¡Dios llama el chisme pecado, y eso es lo que es!

Segundo, suponga que tenemos algo en contra de alguien. En lugar de hablar detrás de las espalda de las personas, lo mejor es ir directamente a ellas—después de pasar un tiempo en oración en privado (no en público) acerca de este asunto, Mateo 18:15 dice “Y si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo a solas;” Aunque este versículo está en el contexto de la disciplina de la iglesia, el principio de tratarlo directamente, aún en casos que se traten con personas que no son miembros de la iglesia, es una práctica excelente a seguir.

¡Mientras que esta no pueda ser una tarea fácil, debemos creer que el Señor nos dará la fuerza suficiente para obedecer este mandato! Así que al confrontar el pecado personalmente y directamente con la esperanza de que la otra persona se arrepienta, podemos protegernos de calumniar a la gente detrás de sus espaldas.

A ninguno de nosotros nos gustaría que otros chismearan detrás de nuestras espaldas. Sabemos el dolor que esto ocasiona. ¿Por qué entonces nosotros debemos de complacernos en hacer lo mismo a otros? No podemos hacer a otros lo que no nos gustaría que ellos nos hagan a nosotros.

Tomemos el pecado del chisme seriamente y busquemos practicar estos principios si deseamos estar libres de este pecado. Más importante, vayamos al Señor en arrepentimiento si somos culpables de este pecado. Pidámosle que nos ayude en nuestros esfuerzos de buscar la pureza del habla. Y tomemos consuelo en la promesa de la Biblia “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9). Dios promete que la “sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).

Hoy puede ser un nuevo comienzo. De aquí en adelante, podemos esforzarnos diariamente al depender del poder del Espíritu Santo para mantener nuestros labios libres del chisme y nuestros oídos libres de escuchar el chisme. Que las palabras de Pedro gobiernen nuestro pensar en esta área, “El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal y sus labios no hablen engaño.” (1 Pedro 3:10).

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